La conciencia acerca de cómo cuidar la piel de los efectos de los rayos UV es cada vez mayor,
por lo que el protector solar suele ser uno de los primeros artículos en la lista antes de armar
la valija para irnos de vacaciones. ¿Pero qué sucede con nuestra piel cuando entra en contacto
con el agua de mar? ¿Y cómo podemos protegerla?
El alto contenido de sales tiende a resecar y resquebrajar nuestra piel, pero además, la
contaminación ha hecho que el agua de mar contenga altos porcentajes de plástico y
polímeros que conspiran contra su salud y belleza.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año se desechan entre 4 y 10
toneladas de residuos microplásticos que se mezclan con la arena y fomentan la
deshidratación, el aumento en la producción de sebo, la aparición de manchas y el
envejecimiento prematuro en nuestra piel.
Por eso cuando volvemos de la playa es imprescindible tomar un baño de agua corriente que
ayude a remover los restos de sal que puedan haber quedado sobre ella y aplicar una buena
crema hidratante en todo el cuerpo.
En cuanto al cuidado del rostro, es importante limpiar el cutis con productos libres de aceite. El
agua micelar es una excelente opción ya que remueve las impurezas y la oleosidad que se
pueda haber ido acumulando durante la jornada sin perjudicar ni agredir la piel, debido a que
no modifica su pH natural. Por último, debemos aplicar nuestra crema nutritiva para restaurar
la hidratación que la piel pudo haber perdido a lo largo del día.
De esta manera, podremos disfrutar de unas vacaciones saludables con una piel radiante.