Por lo general, la idea de tatuarse suele aparecer cuando se acercan los climas más cálidos, ya que durante la primavera y el verano es más probable que la porción de piel elegida para lucirlo quede al descubierto. Sin embargo, las estaciones frías son mucho más prácticas para tatuarse. A continuación, te contamos por qué:
En primer lugar, las bajas temperaturas hacen mucho más cómoda la experiencia tanto para el tatuador como para el cliente. No hay nada más molesto que estar preocupándose por la transpiración excesiva en ese momento.
De la misma manera, al no hacer tanto calor, el proceso de cicatrización será más sencillo. Recordemos que mientras la piel se recompone, es fundamental limpiar la zona tatuada 2 veces al día, cambiando las vendas o el film plástico para evitar que se infecte, e hidratar la zona con una crema rica en vitamina A para estimular la regeneración de la piel.
Otro punto a tener en cuenta es que los tatuajes no deben exponerse al sol sin protección solar. Este es otro punto a favor de tatuarse cuando hace frío, ya que es más probable que las prendas de vestir que usemos cubran la zona tatuada de los rayos solares.
Por todos estos motivos, si estamos considerando embellecer aún más nuestra piel con un diseño original y significativo, el otoño es la mejor época del año para hacerlo.
